Frecuencia Cardíaca, nuestra gran aliada
Cuando nos planteamos un entrenamiento, es decir, realizar ejercicio físico con una determinada intensidad, a lo largo de todo un año (sí, ese era el plan), tenemos que tener en cuenta ciertas variables, si no queremos cometer errores que podrían provocar dolores, molestias, y el abandono final de la rutina. Se trata de no caer ni en el sobreentrenamiento, ni en el infraentrenamiento.
Quizás el parámetro que más nos puede ayudar a regular el esfuerzo y a valorar nuestros progresos sea la frecuencia cardíaca (FC). Se trata del número de contracciones que da el corazón en un minuto, y es muy fácil de valorar durante un entrenemiento, ya que sencillamente hay que disponer de un reloj y poner el dedo índice o medio (nunca el pulgar) en la muñeca (arteria radial) o en el cuello (arteria carótida). Sin embargo, dada la cantidad de información que durante el ejercicio nos aporta el conocer nuestras pulsaciones por minuto, se recomienda el uso de un pulsómetro, que es un aparato que consta de un sensor (generalmente colocado en el esternón, con una cinta elástica) y un receptor de pulsera, a menudo combinado con reloj-cronómetro y con otras funciones que pueden facilitar el entrenamiento.
Para nuestro objetivo de adoptar un hábito de ejercicio saludable, es fundamental conocer los valores de nuestra frecuencia cardíaca máxima (FCmáx), de reposo (FCR) y de entrenamiento (FCE).
La FCR o basal son las pulsaciones que tenemos cuando no estamos realizando ninguna actividad física. Para calcularla lo ideal es anotar nuestra FC nada más despertar por la mañana, en la misma cama, durante los 7 días de la semana, para luego calcular la media.
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